"Que poca cosa es la realidad, mejor seguir mejor soñar, que lo que vale no es el día, pero el sol está y no es de papel, es de verdad..."

15 de mayo de 2009

Cada vez que pienso en vos...


fue amor.

10 de mayo de 2009

Aun sabiéndolo


Porque te miro y me mirás

Porque te huelo y vos tenés mi perfume en la nariz

Porque ambos caminamos los mismos pasadizos y nunca encontramos la salida

Porque a pesar de ser alto, sabés mirar hacia abajo

Porque sé que en tu mano entrarían todos mis miedos

Porque cuando entrás, la habitación se llena de luz

Porque cuando te vas, mi corazón se unde

Se que hay alguien que te espera

Se que hay alguien que te cuida

Se que hay alguien que te ama

Y se que sos feliz

Pero es inevitable no seguir sintiéndo este torrente de deseo cuando estás cerca mio

Aun sabiendo que sos imposible, que el destino nos puso en diferentes vidas

Aun sabiendo que mi piel y tu piel sufren

Aun sabiendo que lo mejor es que sigamos... vos hacia el norte

...yo hacia el sur

Aunque siga deseando con mi cuerpo, encontrarte en alguna montaña

en una laguna

en un precipicio

para robarte un beso

y saber lo que se siente

que seas mio.

9 de octubre de 2008

Algo más

Pidió una gaseosa, tenía demasiada sed. La necesitaba antes de ir al club. Bajó las escaleras corriendo y se chocó con una persona que estaba por subir. Era él. No lo notó hasta que escuchó su voz pidiendo disculpas. La ira le recorrió el cuerpo en un instante.
-¿No ves por donde caminás? ¿Por qué no te fijás mejor? - le gruñó
-¡Camila! ¿Qué te pasa? - dijo sorprendido al ver su reacción. Hacía unos días que ella estaba mas violenta con él y no lograba darse cuenta porqué.
-¡Nada! Que como siempre, estás en cualquiera y ni notás que el resto del mundo existe - y lanzándole una mirada salió corriendo...se le hacía tarde para gimnasia.

Al día siguiente, Camila se despertó llorando. No sabía porqué; pensó que quizás fue ese sueño que había tenido. Pero prefería no recordarlo.
Cuando llegó al colegio las puertas estaban cerradas: otra media falta. Su humor empeoraba cada vez más. Entró al curso, la clase ya había empezado. Se sentó en su pupitre y su compañera le contó que la profesora estaba organizando un trabajo grupal para hacer en el día.
La mano comenzó a temblarle de manera incontrolable cuando oyó su apellido junto al de él. Tendría que compartir 2 horas con la persona que menos quería. "Definitivamente hoy es un mal día", pensó.
Se cambió de banco y llevó sus cosas. La primer hora trabajaron con el libro hablando solo lo necesario. Aunque le costó concentrarse logró terminar su parte justo a tiempo. Cuando hicieron la conclusión tuvieron que compartir sus ideas, pero Camila se notaba fría y distante:
-Yo no puedo trabajar así...¿Cami, que te pasa conmigo? - interrumpió de golpe, ya harto.
-...nada...¿Qué me va a pasar? ¿Tengo motivos? - susurró ella
-No lo sé, pero no tenés esa alegría de siempre, decime la verdad.
-Tenés razón - admitió luego de dudarlo un instante - estoy muy enojada con vos.
-¿Por qué?
-Por lo que me enteré...vas a salir con Soledad - dijo sorprendiéndose de sus palabras
-¿Y por eso estás así? ¿Qué tiene de malo?
Camila se sonrojó. Un calor interno le brotaba y no sabía como controlarlo, y mucho menos que contestar. Se quedó muda mirando a su amigo de toda la vida, que estaba por ponerse de novio con la persona que siempre quiso...¿Por qué reaccionaba así?...
De pronto, ambos encontraron la respuesta. Lo sabían, desde el principio. Pero no dijieron nada, no era el momento. Y otra vez, como siempre, siguieron escribiendo, reprimiendo las palabras y mirando hacia otro lado.
*

2 de octubre de 2008

El visitante


Todavía me acuerdo de aquel día de invierno, cuando él golpeó la puerta. Le ofrecí pasar cuando dijo quien era; supuse que su visita era importante. A pesar de que ya ni lo recordaba, mi abuela me había contando muchas historias sobre él, y en sus relatos lo imaginé tal como lo ví.

Me dijo que estaba de paso en la ciudad y que no podía dejar de visitarnos. Pensaba quedarse solo una semana, y no tuve otra opción que ofrecerle albergue en casa. En ese momento no tuve en cuenta lo que mi hermana opinaría; me costó bastante convencerla, pero una vez que Juan se instaló, tuvo que aceptarlo.

No imaginamos que se quedaría tanto tiempo. Supongo que ninguno de los 3 se dió cuenta el transcurso de los días, porque disfrutamos cada instante de nuestra compañía.

A pesar de no conocerlo, las historias de la abuela y su cariño para con nosotras, nos hizo quererlo enseguida. La soledad que había en la casa, de pronto había desaparecido por el afecto de este abuelo postizo.

Él también nos habló de la abuela. Se notaba que la amaba demasiado y que había venido a buscarla. En su ausencia encontró a dos jóvenes necesitadas del afecto y la protección de alguien como él, y se sintió a gusto.

El día de la despedida fue muy triste. Tanto nosotras como Juan, no queríamos dejarnos. Prometimos visitarlo, aunque él sabía que nuestra vida era muy distinta a la del campo, y sería muy complicado abandonar nuestras responsabilidades.

Ayer me enteré que falleció. Viajé con mi marido al funeral, y me dieron la noticia de que nos había dejado la estancia a nosotras. El testamento decía que por ser su única familia y en memoria de la abuela, debíamos hacernos cargo de su herencia.

Hoy, revisando algunas pertenencias, encontré una carta. Fue así como confirmé mi sospecha. Ese intruso que años atrás golpeó mi puerta, resultó ser mi abuelo.
*

28 de septiembre de 2008

Un sueño de noche fría


La noche anterior a esta, llovía torrencialmente. Sobre la ventana de mi habitación caían gotas y más gotas, empañando el vidrio…haciendo aun más fría la oscuridad. Quizás por eso me dormí rápidamente.
Esa noche tan vacía, soñé lo más bello que pude soñar.
Me encontraba en un salón, viejo y oscuro. El techo era altísimo, y el decorado majestuoso. Estaba sola, no sabía que hacer…no conocía aquel lugar.
De pronto, una música lenta, como lejana, comenzó a sonar. Las luces, poco a poco, empezaron a encenderse, y me dejaron visualizar más el salón: era hermoso, de esos que hay en los cuentos de hadas. Me acerqué a un espejo enorme, cercano en una pared, y noté que estaba vestida con un traje antiguo, de color dorado que brillaba con luz propia.
Entonces vi, que desde la escalera que conducía al piso superior, descendía una sombra inquietante, que se acercaba lentamente a mí. La luz le iluminó el rostro: era el hombre ideal, su mirada penetraba mis ojos, su sonrisa me inspiraba confianza, y su perfume alimentaba mi alma.
En ese momento lo amé, aun sin saber quien era. Me tomó de la cintura y comenzamos a bailar al compás de la música, que cada vez se oía más fuerte. Me dejé llevar por sus movimientos. Volamos por el salón como dos pájaros que entre las sombras se convertían en uno solo.
Añoraba que el frió de la realidad exterior congelara mi sueño encantado y haga que dure para siempre.
Sentía su respiración sobre mi piel, y un impulso me hizo besarlo. La adrenalina corrió por mi cuerpo. Mi sangre se volvía mas caliente y ya no sentí mas frió. Los latidos de mi corazón parecían salir de mi pecho.
Al volverme, lo miré a los ojos, y me vi reflejada en ellos. Pero entonces, las luces se apagaron y la música se desvaneció en el tiempo. El brillo del salón se convirtió en pólvora, y solo veía una oscuridad amarga.
En ese instante desperté.
Toqué mis manos…estaban frías
Toqué mis ojos…estaban húmedos.
Toqué mis labios…estaban tibios.
Pero él no estaba…fue mi sueño
Y lloré.
*